martes

UN ARBOL, UN HIJO Y UN LIBRO

Se le atribuye al poeta cubano José Martí la famosa frase que dice que “un hombre (o una mujer) para ser completo, ha de plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro”. Entiendo las intenciones del poeta de reflejar en la frase la idea de que en este mundo solo lo que nos perdura nos puede completar.

Así que aprovechando la oportunidad que me dio mi amigo Juan Fran, esta semana santa, planté mi primer árbol. Se trata de un nogal de metro y medio que “me esperaba” en un tiesto negro. Mi amigo me ofreció el sitio, su parcela cerca de Jaén y la planta, y yo compartí la ilusión con mi compañera, enamorada de los árboles, entre los dos el nogal quedó plantado, espero, que para muchos años, con eso dos tercios de la reflexión del poeta están realizados.

He puesto “realizados” cuando debería poner “emprendidos” porque tanto el árbol como el hijo necesitan muchos cuidados, tener hijos es relativamente fácil, hay quien los tiene sin desearlo, pero hacerlos crecer y verlos como luchan es mucho más difícil, es un trabajo de resistencia porque a medida que crecen físicamente pierden la maleabilidad y sus pensamientos y formas de ver el mundo se vuelven rígidos y tenaces.

He tenido la suerte de tener dos hijos fantásticos que me demuestran día a día que, a pesar de nuestra separación, saben luchar y resistir los embates de su tiempo, no dejando de sorprenderme con cada paso hacia su madurez.

Espero que mi arbolito sea más sencillo de criar que los hijos, para ello (para el nogal) cuento con la colaboración de mis amigos Juani y Juanfran, y la supervisión de mis amigos Juan y María que seguro que harán algún viaje a Jaén.

Solo queda escribir un libro y eso es otra cuestión, un libro perdura pero una vez terminado queda en la librería y puede que en el olvido, un libro madura en tu mente hasta que brota en frases y capítulo; espero tener lucidez, la paciencia y tiempo para escribirlo.

Pero ahora mi apoyo es para ese nogal, y por encima de todo para mis hijos en su lucha diaria, y la gratitud para mis amigos siempre acogedores y comprensivos.

Saludos, Okawango.