Probablemente lo mas enriquecedor que Marco Polo trajo de su viaje al lejano oriente no fue lo que iba a buscar, especias y sedas, lo mas valeroso fue el conocimiento de una sociedad como la china, sus costumbres, sus tradiciones y filosofía.
Igual que el Veneciano, mi viaje a Alemania me ha causado una hermosa impresión por lo adquirido de aquella sociedad, aquella forma de vivir y sentir lo que es una sociedad.
Pienso que una forma de sociedad viene construida por factores tan dispares como la geografía, la historia, la religión e incluso el clima. No pretendo decir que en diez días haya tenido suficiente tiempo para conocer la sociedad alemana pero ciertos detalles cotidianos y habituales para ellos pero novedosos y a veces chocantes para mi forma de ser mediterránea me traducen algo del espíritu alemán.
Pretendo volcar aquí esos detalles y costumbres, que por distintos a los nuestros, me impactaron.
LA MEMORIA HISTORICA DEL PUEBLO ALEMAN.
En Alemania cualquier símbolo o demostración de exaltación del pasado Nazi, no solo esta prohibido, sino que es delito, la educación alemana no anda con zarandajas de justificaciones o dobles versiones, lo que ocurrió es terrible y solo con el recuerdo y conocimiento se puede evitar. Casi es una traducción de aquella frase dicha por un judío famoso (Jesús de Nazaret) "la verdad os hará libres" y con esa dolorosa verdad parece que quieren evitar la repetición.
Es aquí donde entran las fotos que os pego abajo, son fotos tomadas en las calles de Hamburgo, cualquier calle, delante de las casas que habitaban familias judías y que en un día o noche de terror fueron arrancados de su hogar y país (eran tan Alemanes con Hitler) para acabar en una cámara de gas. Delante de estas casas existen unos adoquines metálicos dorados con los nombres grabados de los deportados como recuerdo a una parte de la historia que no por negarla desaparecerá. Sobrecoge al verlos saber que en esos lugares han ocurrido hechos que tantas veces hemos visto reflejados en películas, y me imagino ciudadanos con cara de terror cargando con maletas mientras sus pequeños adormecidos les preguntan “a donde vamos”, no sé nada de alemán pero si puedo ver en las inscripciones palabras como “deportiert” y “Auschwitz” asociadas a apellidos como “Benjamin”, Kaufmann” y “Jacobsohm” y a fechas como 1941 y 1942, a partir de ahí la traducción se hace casi innecesaria.
Aquí en España mientras nos empeñamos en ocultar el pasado bajo metro y medio de tierra, creyendo que los huesos al ver la luz buscarán venganza o moverán conciencias, incluso nos atrevemos a enterrar lo desenterrado en un alarde de fusilar al fusilado para mayor escarnio de sus descendientes, es mucho lo que hay que aprender de quienes ya pasaron el trago de reconocer los errores para poder evitarlos, no se puede pensar que dejando enterrados los muertos bajo una capa de olvido se desactivarán sus “malignas radiaciones”. Aprendamos a sacarlos a la superficie de nuestras aceras, nuestras conciencias y de nuestro recuerdo.
Saludos Okawango