sábado

SERRAT RECUPERA DE NUEVO A MIGUEL HERNANDEZ

ANTE EL NUEVO TRABAJO DE JOAN MANUEL SERRAT SOBRE LOS VERSOS DE MIGUEL HERNANDEZ, EXTRAIGO Y PEGO TROZOS DE UN ARTICULO DE “EL PAIS” ESCRITO POR JESUS MANTILLA EL PASADO 23 DE NOVIEMBRE. ME PARECE MAGNIFICA LA LABOR DE SERRAT DE DAR A CONOCER LA FIGURA DEL POETA AL QUE ALGUNOS NO CONOCERIAMOS SI NO FUERA POR EL PRIMER DISCO DEL CANTAUTOR CATALAN.

Han sido muchos los niños o los jóvenes que escucharon por primera vez un verso de Miguel Hernández por boca de Joan Manuel Serrat. De aquella Elegía (a su amigo Ramón Sijé), a Menos tu vientre, las Nanas de la cebolla o Para la libertad han pasado casi 40 años. Pero hay poetas inagotables. Por eso, Serrat ha decidido hacer una segunda visita al armario de los versos hernandianos y ha parido un nuevo disco: Hijo de la luz y de la sombra.

También es verdad que no se le ocurría mejor idea para celebrar el centenario que comienza en 2010: componer para 13 poemas y una gira dedicada al artista muerto en 1942, con 32 años, en la cárcel de Alicante. Desapareció de este mundo tuberculoso, amargado, hambriento y con el puñal del fracaso en la frente.

Recuerda Serrat estos días cosas buenas. Cuando entusiasmado terminó su primer trabajo en 1972 y fue a enseñárselo a la viuda, Josefina Manresa. "Llegué a su casa con las canciones grabadas debajo del brazo y me dijo: '¿Cómo lo vamos a oír si no tengo tocadiscos?". El artista reaccionó como un cirujano: "No se preocupe usted, que ahora mismo bajo a una tienda, le compro uno y lo escuchamos juntos". Así fue como le presentó el disco. Era su segunda exploración en la obra de un poeta después de haberle dedicado un monográfico a Antonio Machado. Serrat encontró en Josefina Manresa a una mujer especial: "Era una miguel_hernadez señora dulce, que me transmitió mucho cariño. No había en ella ninguna aspereza, ni temor, ni desconfianza. Me mostró tanta gratitud que me sentía avergonzado".

Nada que ver con su experiencia de ahora. Sacar adelante su proyecto le ha costado bastante sudor y no menos de un desvelo. Desde el principio transmitió a los herederos lo que quería hacer. Se mostraron conformes. Lo compuso, lo grabó y cuando tenía el disco terminado, la lucha por editarlo ha sido un calvario. La sociedad Centenario Miguel Hernández, SL -que ahora representa a la familia- le planteaba unas condiciones imposibles de cumplir. Hasta que la semana pasada, llegaron a un acuerdo rápido después de varias maniobras dilatorias. Pero Serrat no quiere comentar nada sobre un asunto que pocos querían airear en los meses previos al centenario.

"Hablemos del disco...", invita el músico. "Evitemos asuntos desagradables". Pues del disco, que iba a aparecer este mes de noviembre y ha retrasado su lanzamiento por la negociación a cara de perro con los gestores del legado, dice Serrat que espera suene distinto al anterior: "Es diferente, pero me gustaría pensar que está a la altura". Son 13 poemas de diferentes épocas. "Hay creaciones de juventud como La palmera levantina, Ay del ay por el ay, El silbo del dale, Las abarcas desiertas o Tus cartas son un vino. También otros de la guerra: Canción del esposo soldado, El hambre o un homenaje que hizo a los brigadistas internacionales que he titulado simplemente Canción".

Está el Hernández inocente de la primera época, el combatiente y el desolado. "Aquel que pasó de escribir como san Juan de la Cruz a descubrir el amor y el sexo en Madrid. Con eso comprobó que la mujer, en vez de pecado, representaba la gloria". El poeta que trasciende su realidad para hacerla universal. El niño autodidacto que venció y se rebeló contra su destino de cabrero y se hizo, en cierto sentido, símbolo y profeta. "Odiaba la pobreza. No para hacerse rico, sino porque sabía que era la causa de la opresión y la incultura". Pero jamás renegó de sus orígenes. "Fíjate que cuando le cuenta a Juan Ramón Jiménez sus años cuidando cabras, le escribe: 'Soy pastor desde niño, es un oficio de dioses paganos y héroes bíblicos".

Está el amigo absolutamente leal sin dejar que las ideologías empañaran el cariño hacia personajes como Ramón Sijé, un hombre profundamente conservador, o José María de Cossío. "Una de las cosas que más me llamó la atención cuando visité a Josefina Manresa fue su gratitud hacia Cossío. Yo en aquella época era un radical cuadriculado que lo tenía todo claro. Un bobo. No entendía cómo un poeta así podía querer tanto a un tipo de derechas. A Cossío se le ha maltratado en este país por eso y Hernández nos da otra lección con su amistad incondicional".

También aparece el hombre orgulloso, el luchador y el derrotado. "Murió sin poder salvar a su hijo desde la cárcel. Podían haber evitado el final, pero nadie quiso. Le dejaron caer. Lo suyo, por falta de apoyos, fue un asesinato", dice Serrat. Pero dejó una obra importante, unos 1.200 folios de versos y teatro, además de una jugosa correspondencia. "No dejo de imaginar lo que pudo haber venido después", lamenta Serrat.

Pero lo que hay es lo que hay y no resulta poco para prender la inspiración. Su obra da pie a Serrat para montar una gira exclusivamente hernandiana. "Comenzará en Elche y me gustaría que acabará en Orihuela el 30 de octubre del 2010, justo el día que se cumplen 100 años del nacimiento". Hernández y sólo Hernández: "Es algo que a algunos puede que les resulte difícil de comprender. Pero tratamos de crear un espectáculo especial. Él tiene fuerza y vigencia como para montar algo muy digno. Al final, estoy seguro de que nadie me pedirá que cante Mediterráneo. No lo voy a hacer".

domingo

Cuando Google se coma a Microsoft

Cuando intenté estudiar la Diplomatura de Informática allá por el 1992, me encontré con un profesor de programación que se empeñaba día tras día en convencernos que habíamos errado en la carrera a estudiar; la Informática no tenía futuro, para tal afirmación se basaba en dos hechos irrefutables:

1.- La electrónica no podía avanzar mas en el campo del proceso de datos, difícilmente se superarían los 300 Mhz del momento porque la calor se hacía insoportable en los integrados.

2.- No existía campo en el que avanzar a nivel de programación Microsoft había  creado y crearía todas las aplicaciones necesarias y nada en este campo quedaba por descubrir.

Aparte de esto y ningunear la importancia del entonces incipiente “Internet” espero que haya recapacitado sobre sus dotes de profeta.

Lo cierto es que esta forma de pensar no es única en individuos mas o menos informados, lo mismo le está pasando a Microsoft. Estamos acudiendo día a día  a la decadencia del “despotismo ilustrado” (todo para el pueblo pero sin en pueblo) de la informática que defendía Microsoft frente al “Comunismo virtual” que propugna Google,

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La corteza de miras de los de Bill Gates los hizo minimizar el impacto tan brutal que Internet ha tenido en nuestras vidas, incluso tuvieron que comprar un navegador (Explorer) para imponérnoslo en su sistema operativo, esto parece que lo aboca a perder la supremacía.

La idea de Google nace en el cerebro de dos estudiantes (igual que Microsoft) que plantean la informática como Información a compartir mientras que Microsoft sigue pensando en el negocio de un producto (Windows, Officce, etc…). Pero ¿Cuanta información quieren poseer y transmitir…?, sencillamente TODA, si, han leido bien, “CATALOGAR Y HACER DISPONIBLE TODA LA INFORMACION DEL MUNDO”,  asusta ¿verdad?, de hecho en el año 2007 Google procesaba 20 PetaBytes , ahora puede que supere 20 veces esta cifra.

Google ha entrada poco a poco en nuestros ordenadores para expulsar a Microsoft, y a mi la frase “A rey muerto rey puesto” me asusta.

No quiero divagar sobre las magnificencias de la “nube de internet”,  sino sobre el “dominio” de la información; Frente al “absolutismo” de Microsoft llega el “socialismo” de Google, esto parece bueno  pero, ¿hasta cuando?. Hay noticias alentadoras, por ejemplo, cuando Google salió a bolsa los dueños de la empresa (los dos jóvenes) prohibieron la venta de grandes volúmenes de acciones a un solo comprador, con esto pretendían evitar la dominación ajena y a la vez posibilitar que todo el que quisiera tuviera una porción de su trabajo, parece una idea anti monopolio, pero esto en EE.UU. suena muy mal, ¿hasta cuando serán dueños de su empresa y por ende de sus actos?,  cuando tengan TODA la información del mundo ¿intentarán vendérnosla?, ¿será esta especie de “globalización” de la información otra manera de negocio ligado a una palabra trampa?.

La información es poder, “el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente“ (espero tener que retirar este pensamiento en referencia a esta tema dentro de unos años).

Preguntas y mas preguntas que el tiempo resolverá, espero que al menos la libertad de Internet siga siendo intocable y por medios como estos podamos comunicarnos.

Saludos Okawango

El Farero y la Soledad (Relato sin pretensiones) Parte 4/4

Aquella noche fue larga, sentado en el saliente del faro, escrutó, ahora en silencio, el cielo estrellado, la noche no podía ser más perfecta, el viento dormía por detrás del horizonte, mecido tal vez por las pequeñas olas, la luna nueva apenas ocuCIELOESTRELLADOltaba el mosaico de estrellas, y mas que un astro esplendoroso parecía un desgarro en la negra tela del firmamento, todo parecía perfecto... pero algo fallaba, no era igual que otras veces en que esa soledad le había sobrecogido y llenado. Se dio cuenta entonces, que las cosas no son felices o tristes, sino que nosotros mismos l es infundimos e impregnamos el hálito que nos conviene, un cuadro como aquél que tenía delante, le había inspirado sentimientos distintos en otras épocas, a su mente acudieron miles de citas y frases leídas en soledad, acudían todas a empujar mas a su corazón hacia el abismo de amor, ahora entendía muchas de ellas, que, en su momento parecían complicadas y faltas de lógica, recordó en especial una de Shakespeare:

“Entonces y sólo entonces sabrás realmente lo que puedes soportar; que eres fuerte y que podrás ir mucho más lejos de lo que pensabas cuando creías que no se podía más. Es que realmente la vida vale cuando tienes el valor de enfrentarla.”

Había llegado otro momento crucial en su vida, se enfrentaba a otra metamorfosis, quizás la mas importante, el capullo se abría sin remisión, su corazón bombeaba sangre a sus alas y estas se abrían temblorosas por primera vez.

La luz del sol tuvo el detalle de despertarlo con calidez, acurrucado en un rincón de la torre, bajó la escalera de caracol y miró los objetos de su casa como quien los ve por vez primera, allí estaban las fotos de sus padres... una suya con Lena, la perrita de su niñez, sus caracolas, sus revistas de s-sunset%20cadizviajes, los libros de su madre, e incluso la pipa de su padre, allí estaba su pasado, tras la puerta estaba, ahora lo sabía seguro, su futuro, solo necesitaba decisión... puso música... eligió “claro de luna” de Debussy por se la que en noches como la pasada solía elegir. Luego cuando la aguja del giradiscos empezó su recorrido, se dirigió hacia la puerta, iba a abrirla cuando alguien llamó, la abrió y de nuevo era ella, sonreían sus ojos, sonreían sus labios, sonreían sus manos y Berto también le sonrió.

- Hoy no vengo por agua, mis amigos y yo pensamos que si no te gustaría pasar una mañana tan hermosa con nosotros.

- Me encantaría – dijo él, y como si fuera algo normal y cotidiano salieron juntos hacia el grupo.

-¿Cómo te llamas?- preguntó ella mientras arrancaba una rama de hierba.

- Me llamo Berto –

- Yo me llamo Sole, Soledad.

Al oír esto, su mirada, la de él, giró hacia el acantilado, buscó la roca en la que tanto penó de pequeño, “Soledad”. no podía ser de otro modo, pensó.

viu1216580158vmh2En el faro, Debussy acabó de desgranar su Arabesco... la última pieza del disco, luego el silencio solo quedaba roto por el rítmico salto de la aguja en el disco ya acabado que continuaba girando.

Giraba el disco, giraría el faro aquella noche, girarían las estrellas en el techo del firmamento y la vida, como siempre, como no puede ser de otra forma, continuaría girando.

FIN

(Acabó la penitencia, espero opiniones, críticas, “tomates” dialecticos, algo que me haga pensar que alguien lo leyó)

Okawango

El Farero y la Soledad (Relato sin pretensiones) Parte 3/4

Como dije el faro de Berto estaba lejos del pueblo, un estrecho istmo de rocas soportaba un árido camino de tierra, al final del mismo apenas si se divisaban las primeras casas del pueblo. Normalmente nadie se acercaba al faro, solo algún chaval con su caña se arriesgaba a lanzar sus aparejos a unas aguas rocosas y traidoras para este tipo de artes, aparte de estos, apenas si había visitantes. Por esto fue que Berto quedó un tanto confuso cuando cierto día al subir a la torre vio un grupo de jóvenes, que sobre una manta charlaban animadamente en un recodo del camino... DSC02462cuando salió a la pasarela exterior una de las jóvenes miró hacia él, y con la familiaridad de quien saluda a un hermano levantó el brazo y lo saludó. Él no la saludó, estaba acostumbrado a saludar al sol, a la luna, al viento y las olas. Pero éstas nunca le habían contestado y menos aún le habían tomado la iniciativa, se sintió molesto consigo mismo... ¿quién era?, ¿Qué quería?, su mundo perfectamente solo se veía invadido por algo, alguien inesperado; Los observó desde detrás de los cristales, oculto por su atalaya, reían, jugaban, charlaban... luego cuando recogieron la manta y tomaron el camino de regreso al pueblo, la joven del saludo miró hacia atrás un momento, como buscando alguien de quien despedirse... como buscándolo a él. Los estuvo mirando hasta que sus figuras se perdieron en la lejanía, su mente se quedó vacía como cuando perdió a su madre y, como a ésta, deseó que volvieran.

Pasaron varios días hasta que volvieron los “intrusos”, escogió las mejores piezas, a su entender, para que se sintieran “cómodos”, disfrutaba con aquella función de “discjockey”, se sentía como el fantasma de la ópera vigilando desde bambalinas sus actores favoritos, como cuasimodo en la torre de Notre Damme. Cierto día mientras su amado Pavarotti cantaba “che gélida manina” alguien llamó a la puerta rompiendo el embrujo del momento, cuando abrió, ella estaba en el umbral, ella... al principio su rostro apenas se distinguía contra el rojo cielo del atardecer, luego la luz de sus facciones venció al paisaje y Berto observó, ahora detenidamente su rostro, su pelo moreno y ondulado, algo crespo por el viento, acotaban un ojos sonrientes, profundos y negros, su boca sonreía también, en su mano una botella vacía.

- ¿Puede darnos un poco de agua?

Berto desvió su mirada de la botella para fijarla en los ojos...

- ¿Qué si me puede llenar la botella?.

- Sí. si, claro – alcanzó a decir torpemente, cogió la botella y se dirigió al fregadero. Por el rabillo del ojo observó como ella, lejos de quedarse en la puerta entró en la casa con paso curioso pero decidido, no podía haber nada reprochable en la manera de hacerlo, pensó é20080207093847_caracolasl, mas aun, agradó a Berto aquella confianza.

- Que bonita colección de caracolas, ¿las has cogido tú?. – dijo ella mientras se acercaba al aparador, donde su “colección” de caracolas reposaba.

- Si, durante muchos años – dijo Berto observando , no sin fascinación como, de la treintena de caracolas, ella cogía su favorita.

Luego la soltó, tomó la botella de sus manos y se marchó. Cuando ya había salido, se volvió un segundo y casi le grito:

- Gracias por la música, por ella venimos aquí. Es preciosa.

Cuando cerró la puerta quedó inmóvil, petrificado, mirando el revés de ésta, algo había cambiado para siempre, algo en su interior había comenzado a arder y él sabía que no podría apagarlo, la sensación era parecida a la sentida cuando en sus lecturas Romeo se despedía de Julieta, pero más profunda. mucho mas profunda...casi sin fondo. Su universo estructurado y casi perfecto se desmoronaba a pedazos y caía en un abismo interminable. La parte más sensata de su corazón intentó poner sentido común a los sentimientos, recomponer aquél puzzle desordenado; cuatro frases, un saludo en la lejanía el primer día, y unas gracias, no podían bastar para socavar las rocas de su faro interno, Puccini con su Madame Butterfly se unía ahora desde los altavoces a este asedio asfixiante y sobrecogedor, haciendo más dolorosa la derrota de la razón a manos del sentimiento.

(Lo siento pero continuará)

Okawango

El Farero y la Soledad (Relato sin pretensiones) Parte 2/4

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De sus padres, de sus dos partes del mundo había heredado dos bienes “inmateriales” e invalorables. Su madre, que fuera una muchachita “bien” enamorada de “un farero mal” le había dejado su amor por la lectura, este amor había surgido sin presentaciones, la figura de su madre sentada en la hamaca leyendo todas las tardes, era posiblemente la imagen que más le perduraba de ella y además fue suficiente reclamo para que la curiosidad del niño buscara en los renglones respuesta a la fascinación materna. De muy pequeño, apenas tres años, ella le había enseñado a leer en las noches de invierno, el pequeño sentado en su regazo, con un cuento en las rodillas y ella de incansable educadora, en su silabeo infantil. Cuando la imagen de su madre solo fue un doloroso recuerdo, refugió su mirada en los libros que ésta tanto amaba, tal vez, inconscientemente buscó algo de ella en los texto. Lo cierto que en su “alta guarida” había leído todo los que en su edad le era comprensible, así había viajado con Ismael en busca de Moby Dick, había rescatado el tesoro con Long John, había naufragado en una isla desierta y solitaria, había conocido los fondos marinos en submarinos, los cielos en globos, incluso la luna en naves impulsadas con cañones. Durante esos días no estaba solo, se sentía terriblemente acompañado, pero notaba la ausencia de alguien a quien hacerle partícipe de sus vivencias, a quien contagiar sus alegrías y sus penas. Pero... solo estaba el mar, solo el cielo, solo las rocas. solo.

De su padre había adquirido otro gran amor... la música. Su padre, que de pequeño aprendió a tocar el violín amaba a Mozart, a Mendelsson, List, Ravel, Verdi, y tantos otros. Sus tardes estaban casi siempre acompañadas de música, y una buena pipa dulzona que llenaba la pequeña casa de sonidos y aromas, que por siempre quedaría fijados en la mente de Berto. A fuerza de escuchar, al principio como se escucha el mar de fondo, aquellas músicas, a fuerza de comprender sus movimientos, sus cambios, y estructuras sus subidas y bajadas, había transformado éstas en caricias, susurros, besos, dolor, pasión... y de nuevo, como pasó con su madre, el otro amor de su padre, se había convertido en amor suyo.

Un día cuando ya fue mayor, su padre tomó el camino del cementerio, para esta vez, no volver, su enjuta figura se había rendido a la muerte y de él solo quedaron su pipa dulzona y sus discos de música. De nuevo el dolor como una nube de otoño, tiñó su existencia durante un periodo, después, las últimas palabras de su padre deseando el encuentro con su madre había minorado el dolor, en la esperanza de que, donde estuvieran, estarían juntos.

Si hay que decir la verdad, habrá que decir que Berto no sintió, tanto la soledad, como la ausencia, acostumbrado como estaba a que sus existencias, la suya y la de su padre, viajaran juntas pero sin roces, paralelas, cada uno tenía un mundo que, lejos de girar uno sobre el otro, se traslacionaban juntos alrededor del universo del faro.

Berto tomó, pues, el puesto de su padre, para la administración este era un puesto que apenas si existía, recibía mensualmente su cheque, válido para pasar el mes, y cumplía su misión con pulcritud y constancia. El trabajo de farero existía pero como una forma de mantener su vida y universo actual.

No recuerda bien, cuando se le ocurrió la idea, lo cierto que es ésta fue gerrminando en su cerebro durante un tiempo, hasta que pareció completamente formada, después llegó el momento de hacerla realidad. Buscó revistas de electrónica y sonido, compró con sus ahorros los materiales y se puso manos a la obra.

Para empezar compró un nuevo giradiscos, éste lo conectó a un enorme amplificador y desde estos un manojo de cables serpenteaba por las escaleras de caracol hasta la torre del faro, luego, y esto fue lo más difícil tuvo que suspender y sujetar los cuatro enormes altavoces bajo la pasarela exterior de la torre, éste era el sitio mas DSC02465bseguro para que estuvieran al resguardo del agua y el viento. Cuando las conexiones estuvieron listas, una soleada mañana de marzo, buscó entre los discos, tardó en decidirse y finalmente sonó un Aria de la Opera Norma, Casta Diva de María Callas. Su voz cristalina como las olas en su retirada, voló por los acantilados como los alcatraces, ágil y serena, Berto subió a la torre y sintió como todo su mundo se encontraba por fin reunido en un momento, abrió los brazos, en el momento álgido de la diva y mientras su piel se erizaba, dos lágrimas, las que no supo echar cuando perdió a su madre y a su padre, recorrieron sus mejillas, luego se precipitaron al vacío, Berto era feliz.

Desde aquel día, la música pasó a formar parte del paisaje, se sentía como “ayudante” del creador, había “mejorado” la obra, haciendo del sonido, de la música, un compañero de la visión, la luz, el aroma, el olor y la brisa. Desde aquel día, la música no dejó de sonar, siempre que fue posible, desde la torre del faro, a veces era Brahms quien acompañaba las nubes, otras Dovrak bailaba con las olas, a veces Wagner luchaba con el viento, Mozart brincaba con las mariposas y libélulas, Vivaldi alegraba los carrizos y Pavarotti, cantaba “Torna Sorrento” al sol del mediodía.

(Lo siento pero continuará)

Okawango