sábado

El Farero y la Soledad (Relato sin pretensiones) Parte 1/4

Como cada mañana, Humberto abría los ojos cuando el sol, cálido y limpio entraba en su habitación por la claraboya del techo. Era aquella una secuencia mecánica, un hábito grabado en su quehacer diario como casi todo en su vida.

Luego subía a la torre y mientras apagaba el sistema contemplaba el mar, su eterno compañero, su soledad, su amigo. El sol se reflejaba en los cristales y lentes del faro y, aumentados por éstos tornaba de una fuerza cegadora. En lente de faroinvierno cuando los días de lluvia y frío pasaban y volvía el astro sol de nuevo, solía permanecer allí con los ojos cerrados, como un lagarto en una roca, sintiendo como el calor del sol traspasaba sus ropas y su piel para calentar su espíritu.

Si alguien del pueblo hubiera investigado su vida detenidamente, la habría tildado de ¿monótona?, ¿Aburrida?, ¿Tediosa?; pero eso era lo visible, la piel de la manzana, Berto había llenado cada hueco de su vida con poquito de aquella soledad, con un poquito de aquellas playas, acantilados y rocas, su vida no estaba vacía, sobraban viajes, riquezas, ambiciones, él era producto de una vida, de una forma de entender las cosas. distinta, tal vez  ahí estuviera la diferencia.

Berto, como su padre era farero, desconocía si su abuelo también lo fue, siempre había vivido allí, con su padre y con el recuerdo de su madre. Ésta se” fue” cuando él apenas tenía nueve años, fueron unos años muy duros, su mundo dividido en dos hemisferios, uno para su padre y otro para su madre, se desgarraba como un árbol roto por un rayo. Se quedó sin una mitad, y de ese hemisferio perdido, solo brotó más y más soledad.

Recordaba sus largas horas sentado frente al mar, inmóvil. sin apenas pensar en nada, la mirada perdida mas allá del horizonte mientras su corazón supuraba dolor contra las rocas. Igual que el amplio paisaje, no existía cobijo para su dolor, no había hueco para tanto vacío.

Ni su padre, sumido en la desesperación, ni su escasa familia, en las peregrinaciones de consuelo que les hacían, lograron cambiar nada; se limitaron a retirar casi todas sus fotos y recuerdos de la casa, a traer provisiones los primeros días para evitar la inanición y a observar entre calladas lágrimas como Berto ,sentado e inmóvil sobre la roca, fijo como una estatua, penaba la pérdida como la mujer del marinero espera, en vano, la vuelta del navío desde el horizonte.

En aquellos momentos, sin tener ni edad ni conciencia para ello su mente tejió un plan para subsistir, una forma de sobrevivir a tanto dolor, Berto se encerró en su pequeño universo personal y durante años habló con las olas, conversó con el sol, y gritó con el viento. Veía ir y venir a su padre al cementerio, por el yermo istmo que unía el faro con el pueblo, con paso cansino, cabizbajo, la figura negra de su padre mas bien podría ser la de un difunto que la de un viudo... Su padre nunca superó la pérdida.

Como dije, su universo se formó desde aquella mañana de primavera, aprovechó todo lo que emanaba vida, belleza; todo aquello que palpitaba orgánica o inorgánicamente le sublimaba, el volar de una gaviota, el brote de la flor, el movimiento de la arena por la playa movida por el viento, el cuenco de agua cristalina que dejaba la marea sobre las rocas planas. cualquier cosa que fuera observable, investigable, eran una fuente de distracción para Berto.

Pero la naturaleza no siempre estaba dispuesta a mostrarse desnuda ante sus ojos, había momentos, días, a veces semanas, en que el frío, el viento, la lluvia, los sitiaba en el faro como hormigas en invierno, como cangrejos ante la llegada de la marea. Aun en esos días, Berto tenía un observatorio privilegiado, una atalaya hermética y segura desde la que comprobar el enfado del mar con las rocas, el furor del viento con las olas y el llanto de las nubes contra los cristales, en esos días subía las escaleras del faro, y allí desde detrás de las lentes se sentaba a escudriñar el horizonte, el cielo, o el mar, miraba como la luz del faro chocaba contra las gotas de lluvia en su vana búsqueda de un horizonte oculto. Estos viajes a la “atalaya” solo tenían una restricción, los días de tormenta, cuando el cielo temblaba bajo el martillo de Thorn, Odín o Santa Bárbara bendita... entonces no se podía subir.

(Lo siento pero continuará)

Okawango

miércoles

CURSO DEL 63 - ¿CUALQUIER TIEMPO PASADO FUE MEJOR?

Desde hace unas semanas se viene emitiendo por Antena 3 un programa llamado "Curso del 63", no sé que intenciones lleva a una cadena de televisión a emitir semejante programa, por supuesto debe ser el interés económico, el "todo por la pasta" como lema puede llevar a ciertos medios de comunicación a presentar engendros a los espectadores, con el claro objeto de subir audiencia y, por lo tanto, beneficios.
Al grano, el programita en sí, es una especie de "Reality Show" en el que se toma a una serie de jóvenes de nuestra época y se les traslada 46 años hacia atrás para someterlos a una especie de "Guantánamo educativo" donde sufrirán los "rigores" de una educación muy estricta.
La primera pregunta es ¿Porque al año 1.963? ¿Porque no al 1940 de la posguerra? ¿O al 1812 de las guerras Napoleónicas?, ¿O al 1348 de la peste negra?, parece que se trata de ver sufrir a alguien para sentirnos reconfortados, ¿a esto no le llaman Sadismo?, ¿realmente creemos que sacaremos algo positivo de este "regreso al futuro" de pacotilla?, no entiendo en absoluto como puede gustar este reality casposo.

Siempre he odiado la tópica frase de nuestros padres,"al tiempo de la posguerra os llevaba yo" , y ahora resulta que nosotros hacemos lo mismo con quienes nos suceden, increíble. Es ¿el problema de la educación un tema de progresión o de regresión?, ¿Es necesario tener a los alumnos presos de una disciplina y formas NAZIS para que resulten hombres de provecho?

Otro tema es el de los "actores", tanto alumnos como profesores, dotados de indumentaria y atrezzos tan trasnochados como odiados, intentan representar una burda comedia de polémica y tensión que, a mi entender raya en el ridículo. Otra pregunta ¿alguien reconoce en esos alumnos al colectivo de la juventud actual?, ¿son todos así?.. Tal vez alguien esté intentando probar con este bodrio reaccionario que la sociedad educativa tuvo su punto álgido en esa fecha y desde ahí hasta hoy todo ha sido, desorden, libertinaje y decadencia.

Parece increíble que no hayamos aprendido nada de los que nos precedieron hace muchos siglos, los que crearon la escuela y la academia, dotándola de un carácter libre y placentero para provocar la sed de conocimiento.

En el año 306 a. C. Epicuro adquirió la finca llamada “El Jardín” en las afueras de Atenas y fundó su escuela de filosofía. Formada tanto por varones como por mujeres (gran novedad en las escuelas griegas), en ella vivió aislado de la vida política y de la sociedad, practicando la amistad y la vida estética y de conocimiento.
El objetivo de esta filosofía es (como el del resto de escuelas morales helenísticas) el arte de la vida, la realización de una vida buena y feliz. Para el cumplimiento de este objetivo Epicuro consideró que la filosofía tiene una doble tarea: combatir las ideas falsas que fomentan el miedo y el sufrimiento y crear en el sabio un estado de ánimo o talante favorable en toda circunstancia y lugar. Entre aquellas ideas hay que incluir fundamentalmente el miedo al dolor, el temor a la muerte, a los dioses y al destino; la parte de la filosofía que permite resolver estas cuestiones será la Física. La segunda tarea está en manos de la Ética.

Definitivamente hubiera sido mejor trasladarlos al año 306 a. C.